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Gestión en Turismo: Tradición, Innovación y Emprendimiento


Las últimas investigaciones de la OMT señalan al Turismo como el segundo sector más globalizado, solo superado por el sector de servicios y operaciones financieras.

La globalización del Turismo es el resultado de factores como: el aumento de la liberalización del comercio mundial; la incorporación de nuevas tecnologías; la integración horizontal y vertical de las empresas turísticas y la difusión territorial del consumo.


La globalización es un proceso que ahora parece irreversible y, como toda organización socioeconómica, presenta sus propias reglas, algunas incentivando el avance de todos los agentes sometidos a su hegemonía, repartiendo beneficios y asegurando perspectivas a medio y largo plazo. Otras reglas son limitadoras, excluyentes y forzosamente injustas cuando restringen la libre competencia del mercado o concentran el capital económico, haciendo a los pobres aún más pobres. (Conferencia pronunciada en octubre de 2013, en el Instituto Politécnico do Cávado e do Ave -IPCA - Barcelos - Portugal).


En general, por tanto, podemos decir que la globalización se caracteriza por las siguientes características: continua integración de la economía mundial; aumento de las desigualdades entre países y regiones; disparidades internacionales e interregionales; libertad de acción y amplia apertura de la economía.


Para acompañar estos cambios, las culturas de gestión empresarial configuran paradigmas emergentes para hacer congruente la administración de la empresa con las tendencias sociales y de mercado. La concentración de esfuerzos y capacidad gerencial en las tareas de elaboración de productos de prestación de servicios ha superado las acciones de promoción y venta, las cuales no conducen a un incremento de competitividad.


En las culturas de empresas, se valora el desarrollo permanente de las habilidades y competencias de los empleados en consonancia con la misión empresarial y los requisitos del mercado, en el esfuerzo por identificar y construir capacidades, cualificaciones y recualificaciones competitivas que favorezcan el desempeño de la empresa en un escenario futuro.


La política de un determinado grupo social posibilita el diseño de un marco ideológico e institucional para el Turismo. Este marco de referencia para la gestión turística se expresa mediante una política que, para el desarrollo del turismo como un sector armónico, competitivo y sostenible, debe ser producto de la participación activa de la mayoría de los actores involucrados en el escenario productivo y diversificado de la localidad. La construcción de un destino turístico que privilegie la diversidad ambiental y la heterogeneidad cultural exige, necesariamente, acciones que trabajen los aprendizajes sociales de los residentes en torno a los conocimientos sobre turismo. El planeamiento estratégico participativo tiene énfasis en la informalidad espontánea y participativa de la comunidad local, por lo tanto, exige un proyecto sistémico, integrador del poder público, de la iniciativa privada y del tercer sector para la configuración de la gobernanza del Turismo.


Los beneficios de esta agrupación de gestión y planificación deben ser difusos, descentralizados, no solo dirigidos a los emprendedores locales y forasteros, teniendo como centralidad las prácticas de ocio y la hospitalidad.


Se verifica que las comunidades con un alto capital social amplían su capacidad de reflexionar, planificar y actuar de manera solidaria y emprendedora en red, ya que el capital social es un conjunto de memorias colectivas que empoderan la colaboración y el emprendimiento de acciones colectivas de carácter sistémico y solidario.


Deben entenderse redes de relaciones sociales y económicas-empresariales en las cuales los actores extraen recursos y ventajas, como multiplicadoras de otras formas de capital financiero, cultural y simbólico. La implantación de un proceso de planeamiento, a nivel nacional, regional e institucional municipal, debe ser concebida como un proceso inherente al ejercicio de la ciudadanía, por el cual la población debe sentirse partícipe del proceso, compartiendo las decisiones sobre la gestión de la comunidad en la que están insertos con efectiva participación y empoderamiento social.


Esta es la visión opuesta a la dominante en nuestra sociedad, según la cual el planeamiento es un acto eminentemente técnico ejercido por especialistas encargados de elaborar diagnósticos, hacer propuestas de arriba hacia abajo y priorizarlas.


Este enfoque tecnocrático significa la marginación de los ciudadanos de las decisiones. Una concepción de planeamiento estratégico participativo presupone que la comunidad, a partir de su vivencia y experiencia cotidiana, tenga condiciones para indicar alternativas para la gestión de la cosa pública. Esto presupone su instrumentación para superar la percepción empírica de la realidad y avanzar en el sentido de obtener un conocimiento global de las carencias locales o regionales.


Debemos recordar que la autonomía de las comunidades solo puede ser realmente alcanzada por la participación social en el proceso de decisión y construcción regional, garantizando la adaptación rápida a los constantes cambios provenientes del dinamismo global. Esta participación es, sin embargo, un proceso formativo, lento, una recuperación de la capacidad de organizar y construir una región. El Turismo es un destacado sector del comercio internacional, si consideramos que los ingresos totales de esta actividad globalizada superan a la mayoría de los otros sectores económicos. La red de producción de Turismo es mucho más importante que la producción del sector primario y secundario en términos de participación y actividad económica. Sin embargo, el Turismo es un sector altamente vulnerable, que depende de una serie de factores, muchos de los cuales están fuera del control del Estado. Acontecimientos globales pueden llevar a un escenario de retracción del Turismo, relacionados con la política internacional, riesgos geológicos, meteorológicos, epidémicos y pandémicos; convulsiones sociales; operaciones en los modos de transporte y comunicaciones; precio de los combustibles, aumento del petróleo; oscilaciones en la coyuntura económica, tasa de cambio y terrorismo político y religioso, que parece estar recrudeciendo en Europa. Todos estos factores, aisladamente, pueden tener un efecto perjudicial en el desempeño de la actividad y amenazar su tasa de crecimiento.


El Turismo es probablemente el único sector de servicios que propicia oportunidades de negocios concretos para todas las naciones, independientemente de su nivel de desarrollo. De ahí su gran potencial de mercado. Considerando estas características, el Turismo se traduce como una fuerza motriz importante para el crecimiento y el desarrollo económico global.


El Turismo también puede actuar como una gran palanca propulsora en los esfuerzos de inclusión social, generación y distribución de ingresos y generación de empleos directos e indirectos. El cuadro actual de la economía mundial nos impulsa a tres grandes vertientes:


En el plano económico: la globalización y la consecuente competencia internacional.


En el plano social: la regionalización, hasta como respuesta a los efectos de la globalización económica que obligan a los países a reducir sus costos y salir del asistencialismo y, por fin:


En el plano político: la descentralización, pues cada país o bloque de regiones necesita flexibilidad para arreglar sus factores de producción y volverse competitivo.


En esta dimensión global, ¿qué países o regiones se destacarían? Aquellos o aquellas que logren articular sus sistemas productivos con elevados niveles de competitividad en los mercados globales. Los países y regiones que logren planificar su potencial turístico,


institucionalizando asociaciones y alianzas público-privadas como poderosos instrumentos para alcanzar la deseada articulación en redes de cooperación productiva, consolidarán el desarrollo sostenible y ampliarán significativamente su pauta de exportaciones.

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